jueves, 18 de noviembre de 2010

DECLARACIÓN DE LOS DERECHOS DEL NIÑO EN EL DEPORTE


Esta Declaración surge en una primera instancia en 1986, luego que un grupo de expertos compuesto por entrenadores y especialistas en la práctica deportiva durante la infancia recibió el encargo de elaborar unas orientaciones destinadas a las personas que trabajan con niños entre  seis y trece años El propósito de su reflexión era señalar los riesgos fisiológicos y psicológicos propios de la práctica deportiva organizada. Finalmente esta Declaración surgió en 1988 y consta de 11 apartados, los cuales son analizados a continuación.

1.- El derecho a practicar deportes.
Ningún club debería cerrar sus puertas a un niño que quiera practicar deportes, independientemente de su talento o de que posea un físico idóneo para ello. Corresponde al club y al entrenador ofrecer un nivel de actividades a la medida de las posibilidades del muchacho. No olvidemos que para reducir la violencia en el deporte conviene promover el juego limpio, un comportamiento que justamente se aprende desde la infancia.
2.-El derecho a divertirse y a jugar como un niño.
Este punto hace hincapié en el hecho de que los niños de 7 u 8 años tienen una forma diferente de percibir el juego y la diversión que los de 12 o 13 años. Los más pequeños buscan ante todo el descubrimiento : quieren cambiar de actividad, inventar reglas, etc. Los preadolescentes, en cambio, sienten curiosidad por aprender y exigen competencia por parte del entrenador : quieren que sea capaz de enseñarles las técnicas eficaces.- Es decir el Derecho a que sea tratado dentro y fuera del campo como niño y no inculcarle la idea de la Competitividad de un adulto
3. El derecho a disfrutar de un ambiente sano.

4. 
EL DERECHO A RECIBIR UN TRATO DIGNO.
El niño debe recibir por parte de su instructor un trato respetuoso, no permitiento bajo ningun concepto el trato vejatorio, ni la falta de respeto por parte de este.

5. El derecho a recibir un entrenamiento y a estar rodeados por personas competentes.
Se trata en este caso de insistir en una formación de calidad para los entrenadores en los ámbitos de la fisiología, la psicología y la pedagogía. Es preciso, por lo tanto, que los entrenadores más competentes se ocupen de los más pequeños, ya que los comienzos en el deporte son muy importantes, por no decir decisivos, para el futuro.
6. El derecho a que los entrenamientos se adapten a los ritmos individuales.
Respeto por las grandes etapas del desarrollo, y por otro, a la consideración que merece el ritmo del desarrollo individual.
7. El derecho a competir con jóvenes que tengan las mismas probabilidades de éxito.
En el deporte, las experiencias de victoria y de derrota son ocasiones sumamente útiles para desarrollar la autoestima y el respeto por el otro. "Resulta evidente en cambio el carácter escasamente educativo de las situaciones que favorecen el sentimiento de impotencia vinculado a la experiencia de perder una y otra vez, o el sentimiento de omnipotencia derivado de la experiencia de ganar sistemáticamente."
8. El derecho a participar en competiciones adaptadas.

El espíritu de competición está presente en el desarrollo del niño desde la temprana edad de tres años; está muy presente hacia los 7 u 8 años, cuando el niño descubre la pertenencia a un grupo, la colaboración y la cooperación, y finalmente se integra y asimila correctamente a la edad de 12 o 13 años, cuando el niño es capaz de distinguirlo de las experiencias de humillación. No se trata por lo tanto de estar a favor o en contra de la competición, sino de organizarla adecuadamente.

9.
 El derecho a practicar su deporte en condiciones de total seguridad.

10. 
El derecho a disponer de tiempos de descanso.
El descanso es importante para el niño que estudia y es indispensable para el que combina los estudios con el deporte. Hay que destacar además que los niños rara vez dicen estar cansados, por lo que corresponde al adulto instarlos a descansar.

11. 
El derecho a no ser un campeón.
Pero también el derecho a llegar a serlo. Si así lo desea y tiene el talento necesario, a partir de cierta edad - por lo general después de los 15 o 16 años - el joven deportista podrá intensificar la práctica deportiva o por el contrario seguir practicando su deporte por el placer que le reporta y por la satisfacción de estar con los demás. En los dos casos, conservará un excelente recuerdo del deporte que practicó cuando era niño.

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